"Era una cirugía riesgosa, pero la probabilidad de supervivencia era alta", dijo el jefe del área de Quirófano, Mariano Boglione. En rigor, explicó que "afortunadamente", cada una de las niñas logró tener su propio hígado funcionando de forma autónoma.
Las bebés habían nacido "unidas por el hígado y una partecita del esternón", detalló el médico. No obstante, gracias a la rigurosidad de los profesionales, se pudo seccionar cada uno de los órganos para que ambas tuvieran el suyo funcionando como corresponde.