En su primera homilía como Sumo Pontífice, hizo un llamado a construir “una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad”.
Frente a miles de fieles y decenas de líderes del mundo, el papa exhortó a una Iglesia misionera, abierta al mundo, que “anuncia la Palabra, que se deja interpelar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad”.