“El Papa visitó el último lugar del Jardín de la República", dijo el fray Pablo Hernando de la orden de San Agustín. "Estuvo en 2004 en Amaicha del Valle, en Colalao del Valle, en Santa María. Conoció las ruinas de Quilmes. Pasó por Cafayate. Nos alentaba a seguir misionando con entusiasmo y mucho valor”, cuenta, con una alegría palpable en su voz telefónica, el padre. La elección del nuevo Papa, León XIV, no pasó inadvertida en el norte argentino. Su vínculo con la región tiene raíces concretas: hace 21 años, el hoy pontífice recorrió durante ocho días el Valle Calchaquí y dejó una huella imborrable.
La figura de León XIV —hasta hace poco conocido como Robert Prevost, agustino recoleto oriundo de Estados Unidos— es valorada por su sensibilidad social y su experiencia en América Latina. “Para nosotros significa muchísimo que un compañero de la orden esté en el lugar de Pedro. Iremos acostumbrándonos poco a poco a tener un papa agustino”, reflexionó Hernando.
En aquella visita de 2004, recordó: “Fui a buscarlo a Salta en mi auto y viajamos a Cafayate. Nos escuchaba y alentaba a seguir misionando en la zona del Valle Calchaquí, a trabajar con la gente sencilla con entusiasmo y mucho valor”. Hay fotografías que dan cuenta de su paso por estas tierras: se lo ve montado a caballo en los paisajes áridos y majestuosos del norte argentino.
El agustino dejó huellas más allá del recuerdo afectuoso. Según Hernando, “Prevost estuvo 8 días en el valle Calchaquí y un total de 15 días en Argentina. Visitó Mendoza y Buenos Aires también”. La experiencia en la prelatura parece haber marcado su mirada pastoral. “El Papa conoce la realidad del norte argentino porque vino en 2004 a la Argentina, estuvo visitando la diócesis de Cafayate, estuvo en Amaicha del Valle y Colalao del Valle hasta Santa María. Visitó las zonas de Salta, Tucumán y Catamarca que corresponden a la prelatura”.